Upala. Otra mirada
Como si se tratara de una de esas series de televisión con viajes a la prehistoria, la ciudad de Upala se abre paso entre dos volcanes: el Tenorio y el Miravalles. La carretera justo surca las faldas de ambas calderas.
Upala es una ciudad entre dos. Entre dos volcanes; entre una calle y un río, uno que no hace mucho enloqueció; entre dos países y entre dos climas: desde calorcito del Pacífico Norte hasta la lluvia del Atlántico el día obliga a usar paraguas.
Como un calidoscopio, el escenario de la ciudad cambia de un sol intenso a un fuerte chaparrón de cinco minutos para luego dar paso a otra ardiente luz.
-No se puede dejar ropa a secar afuera nunca- me dijo una señora de por ahí.
Luego, el guarda del INA me contó los detalles del Huracán Otto. – Nos salvamos de milagro- me dijo. - Uno no debe vivir tan cerca de un río- confesó.
Con todo, Upala no quiere te vayás. De regreso a San José, justo en medio de los dos volcanes a la altura del kilómetro 18, cuesta abajo detuvimos el vehículo va verificar el mito de la extraña fuerza oculta que echa a andar el carro hacia atrás contra la lógica de toda gravedad.
Es cierto, Upala no te deja ir.