Bochornosa confusión
Si a usted le cuesta creer que a mí me suceden cosas insólitas en fiestas de niños, tal vez esta si lo convenza.
El kínder de mi hija celebra todos los años el Día de las Naciones Unidas. Al mejor estilo de una ciudad cosmopolita, todos los niños y sus teachers se visten con alegres y coloridos trajes de las más lejanas culturas y naciones del mundo.
La Asamblea de las Naciones Unidas que se arman estos chicos empieza con un viaje por todas las aulas y como Cristóbal Colón, los vikingos y portugueses, estos niños como trotamundos van descubriendo los continentes y sus secretos.
De esta forma, niños, padres y educadores viajan por el mundo entero desde el Sahara hasta Oceanía, desde la Muralla China hasta la Mitad del Mundo.
Al final, agotados de tan prolongado periplo, todos toman asiento para disponerse a disfrutar de la gastronomía universal: sushi, cuscus, tortilla española, arepas, entre otros exóticos platillos.
En este tipo de ocasiones yo, siempre inseparable de mi cámara, disfruto como el enano de los cuentos, al perseguir a los niños para fotografiar los mejores trajes.
Mi hija debutó de traje típico costarricense, el año siguiente le tocó el turno a la holandesa.
El año pasado, cuando mi hija vistió de española, algo divertidísimo sucedió.
Decidí agacharme para tomar imágenes a la misma altura de ella y otros cosmopolitas chicos que la rodeaban.
De pronto, una mano empezó a acariciar mi cabeza con cierta ternura. Seguí disparando a la cámara con decenas de fotos cuando de pronto advertí a mi esposa a los lejos. ¡Madre mía! , no era ella quien me acariciaba el cabello, por lo que decidí mirar hacia arriba para afrontar la verdad.
Fue cuando descubrí que una enorme mamá de origen escandinavo era la responsable de tan delicadas caricias.
Ella sobresaltada dijo: “Oh por Dios, usted no es mi hijo” y yo repliqué “y usted no es mi esposa”
En ese instante, todas las maestras y padres de familia que llevaban rato observando la divertida escena, reventaron en risa.
“Señor perdone, que pena. ¿Que irá a pensar su esposa?”, me dijo la abochornada madre.
“No se preocupe señora, ella ni se ha dado cuenta.” Le respondí muerto de risa.
Parábolas:
1. Si a va acariciar a su hijo en una fiesta verifique primero donde se encuentra el fotógrafo contratado.
2. Si toma fotografia a niños a la altura de ellos y alguien le acaricia la cabeza verifique primero donde se encuentra su esposa o esposo. Si es soltero o soltera, pídale a los niños que sigan posando.