Un loco compendio genético

Es un espacio absolutamente democrático que busca la fortuna y el bienestar del alma.
Para empezar hay que decir que el sitio encierra la mayor riqueza que puede contener la naturaleza. Un huerto que cultiva todas las hortalizas, legumbres y frutos, desde plantas medicinales hasta las más hermosas y perfumadas flores ornamentales.
Como un museo de numismática, luego de una buena colección de colones, es posible hallar dólares, euros, reales, nuevos shéqueles, pesos argentinos, yuanes, quetzales, pesos colombianos, entre otras monedas africanas y asiáticas.
Como el más tolerante de todos los altares es posible tropezar con católicos, cristianos, evangélicos, metodistas, budistas, así como ateos y agnósticos.
Tal como si fuera una caja de crayones, la cal, el carbón, las piedras amarillas y las rojas conviven una al lado de la otra.
Como una acrópolis de la Grecia clásica, un nutrido grupo de gais y lesbianas encuentran asiento en este jardín.
Esta atractiva campiña humana contiene casi todos los oficios -buenos y malos- del universo. Amas y amos de casa, solteros, divorciados, casados una y tres veces, abuelos y bisabuelos, alegres y cansados padres y, juguetones y traviesos hijos. Justicieros y ajusticiados, jóvenes políticos, grandiosos fotógrafos, abogados a la carta, brillantes médicos, exitosas enfermeras, pintores aun sin galería, bohemios del amanecer, atléticos deportistas, maravillosos maestros, corredores de carros, cómicos a carcajada batiente, intelectuales de todas las ideologías, prominentes y respetables feministas, un sabio sacerdote, banqueros de buena fe, sofisticados estilistas, los mejores roqueros, alegres mejengeros, camaradas algunos, capitalistas muchos, y una buena lista de viciosos, derrochadores, ludópatas y mujeriegos.
Luego vienen las aficiones. Empezando con los del futbol, terminando con las mascotas, sin olvidar los simpatizados de los astros, los amantes de los números y los entendidos del zodiaco.
En este sitio, la riqueza no importa ni es requisito de ingreso. Pero son inevitables los yates y algunos extraordinarios viajes, hasta modestos recursos que soportan vitalicias hipotecas. Otros ni eso, pero igual participan con vos y voto, sin exclusión alguna compartiendo lo que más tienen: su amistad.
Como todos los humores, pueden ser habidos los obstinados, los obsesivos, los infidentes, los soberbios, los vagabundos, los irritados, los entusiastas, los soñadores, los sentimentales, los tiernos, los cálidos y los compasivos.
Para complacer todo tipo de abrazos y manoseos están los gordos, altos, flacos, esbeltos y algunas retocadas prótesis.
Por filiación, se trata del mejor repertorio de cortos romances, largos noviazgos, antiguos amigos, alejados familiares y futuros aliados.
Es la colección con la más incontrolable combinación de personas que he conocido. Quienes -sin planearlo y sin darse cuenta- interactúan como si fuera la más chiflada genética humana.
Hablo de una sociedad que fundé. Mis amigos de Facebook, un capital humano de incalculable atesoramiento.
Para empezar hay que decir que el sitio encierra la mayor riqueza que puede contener la naturaleza. Un huerto que cultiva todas las hortalizas, legumbres y frutos, desde plantas medicinales hasta las más hermosas y perfumadas flores ornamentales.
Como un museo de numismática, luego de una buena colección de colones, es posible hallar dólares, euros, reales, nuevos shéqueles, pesos argentinos, yuanes, quetzales, pesos colombianos, entre otras monedas africanas y asiáticas.
Como el más tolerante de todos los altares es posible tropezar con católicos, cristianos, evangélicos, metodistas, budistas, así como ateos y agnósticos.
Tal como si fuera una caja de crayones, la cal, el carbón, las piedras amarillas y las rojas conviven una al lado de la otra.
Como una acrópolis de la Grecia clásica, un nutrido grupo de gais y lesbianas encuentran asiento en este jardín.
Esta atractiva campiña humana contiene casi todos los oficios -buenos y malos- del universo. Amas y amos de casa, solteros, divorciados, casados una y tres veces, abuelos y bisabuelos, alegres y cansados padres y, juguetones y traviesos hijos. Justicieros y ajusticiados, jóvenes políticos, grandiosos fotógrafos, abogados a la carta, brillantes médicos, exitosas enfermeras, pintores aun sin galería, bohemios del amanecer, atléticos deportistas, maravillosos maestros, corredores de carros, cómicos a carcajada batiente, intelectuales de todas las ideologías, prominentes y respetables feministas, un sabio sacerdote, banqueros de buena fe, sofisticados estilistas, los mejores roqueros, alegres mejengeros, camaradas algunos, capitalistas muchos, y una buena lista de viciosos, derrochadores, ludópatas y mujeriegos.
Luego vienen las aficiones. Empezando con los del futbol, terminando con las mascotas, sin olvidar los simpatizados de los astros, los amantes de los números y los entendidos del zodiaco.
En este sitio, la riqueza no importa ni es requisito de ingreso. Pero son inevitables los yates y algunos extraordinarios viajes, hasta modestos recursos que soportan vitalicias hipotecas. Otros ni eso, pero igual participan con vos y voto, sin exclusión alguna compartiendo lo que más tienen: su amistad.
Como todos los humores, pueden ser habidos los obstinados, los obsesivos, los infidentes, los soberbios, los vagabundos, los irritados, los entusiastas, los soñadores, los sentimentales, los tiernos, los cálidos y los compasivos.
Para complacer todo tipo de abrazos y manoseos están los gordos, altos, flacos, esbeltos y algunas retocadas prótesis.
Por filiación, se trata del mejor repertorio de cortos romances, largos noviazgos, antiguos amigos, alejados familiares y futuros aliados.
Es la colección con la más incontrolable combinación de personas que he conocido. Quienes -sin planearlo y sin darse cuenta- interactúan como si fuera la más chiflada genética humana.
Hablo de una sociedad que fundé. Mis amigos de Facebook, un capital humano de incalculable atesoramiento.