El lugar más feliz del mundo

Con frecuencia escucho sus sonrisas desde mi oficina. El lugar más feliz del mundo es un Jardín de Niños.
Todas las mañanas, recién nacidos y otros juguetones chicos son recibidos por cálidas manos que se ocuparán de hacerlos felices entre juegos, cuentos y cantos.
Al final del día, al momento del rencuentro, surge una infinita e incontenible descarga de alegría. En ese momento, la satisfacción alcance su éxtasis.
La alegría de esos chicos se fusiona con las vibraciones positivas y la efusión de endorfinas de sus padres, quienes olvidan a partir de ese instante lo duro que pudo haber sido su día, al recobrar el regocijo de tener de nuevo en sus brazos a sus pequeños, quienes enmarañada y eufóricamente confiesan sus aventuras y victorias.
Entre padres, cuidadoras, maestras y niños, el gozo es tal que hasta los ángeles mismos atrasan su cita con Dios al ocaso del día para no perderse semejante júbilo.