Tacaco y la Piedra Filosofal

PREFACIO
Esta no es una parodia a la obra de J. K. Rowling. Es un relato sobre la misteriosa desaparición de un gracioso perro y sus asombrosas apariciones que insinúan dar respuesta a un enigma aun no resuelto.
CAPITULO UNO
La desaparición de Tacaco
Hace muchos años, habiendo tantos nombres para perros como Dino, Beethoven, Bongo, Golfo, Goofy, Niebla, Rex, Slinky, Snoopy o Lassie, mi hermana y yo elegimos Tacaco para llamar a un divertido y carismático perro negro que tuvimos.
Aun cuando lo bautizamos Tacaco pensando en la coloquial expresión tica de aquella persona muy vieja y arrugada, lo cual no tenía que ver nada con el perro, la explicación de este nombre y su destino parece estar más allá de la ciencia y más cerca del misterio.
Durante esos días de desenfreno juvenil, invité a medio Facebook a una fiesta que organicé en casa cuando mis padres salieron de la ciudad. Fue cuando Tacaco desapareció de forma sospechosa ¿Sería porque no soportó los decibeles de la discomóvil, las luces multicolor o la invasión de su privacidad? No los sabremos nunca.
CAPITULO DOS
Piedra
Aunque parezca extraño, pero muy significativo a los efectos de este relato, resulta ser que el tacaco, como alimento, es el hermano deforme y marginado del chayote.
Es una especie autóctona, según los estudios nacionales, que además señalan que el nombre parece compuesto de términos indígenas tlaquah, mucho, y quaqua, mascar, es decir tlaquacuac que significa “duro, endurecido, petrificado” porque, en efecto, los tacacos cuando viejos se vuelven como piedras.
Es decir, que “Piedra” fue el nombre que realmente elegimos al protagonista de esta historia.
CAPITULO TRES
Animas
"El alma es la misma en todas las criaturas vivientes, aunque el cuerpo de cada una es diferente" dijo Hipócrates.
Para algunos, el alma de los animales se encuentra en el plano astral, conectada con cada miembro de su grupo por medio de un ciclo. Otros como los Animistas, con Pitágoras en su fundación, que defienden los derechos de los animales, afirman el origen de la palabra “animal” del latín “animus” o espíritu, para ratificar que los animales son seres con sentimientos, emociones y alma.
¿Por qué digo esto? Pues porque años después de la desaparición de Tacaco, mi esposa y yo tuvimos un perrito por mucho tiempo, era de piedra y estaba de ornamento en la puerta principal, como custodiando nuestra casa.
Isabella, cuando empezó a caminar, jugaba con él hasta que se partió en pedazos poco antes de la última mudanza.
Sin embargo, hay que mencionar dos perros de carne y pelo que nos acompañaron por algún tiempo durante nuestros días de campo. Se trataba de dos mascotas donadas por sus amos y casualmente devueltas como ya veremos.
Uno de ellos, un Terrier llamado por sus anteriores dueños como “Caco”, cacofonía de “Tacaco”, un fiel defensor de mi esposa al punto de que se iba él o me iba yo; y el otro, un precioso y juguetón bóxer nombrado también por sus anteriores dueños como “Buda”, dispuesto a acabar con todo.
Resulta revelador que el Budismo explica que los “perros de buda” o los “Perros de Fu” eran unas figuras ubicadas en los umbrales de los templos budistas y palacios, tal y como nuestro perro de piedra a las puertas de nuestra casa.
Nuestros tres guardianes tuvieron enigmáticamente un ancestral vínculo con Tacaco. ¿Casualidad?, ¿acaso ánimas caninas?
CAPITULO CUATRO
La piedra filosofal
A esta altura del relato, hago de nuevo un inventario, pero nada, ¿en qué piedra o forma misteriosa se habrá transformado Tacaco?
Un alquimista del siglo XVIII me diría que aguarde pacientemente y sepa escudriñar un poco pues se trata de la piedra filosofal que es esa sustancia capaz de transformar las cosas en oro y luego obtener el elixir de la vida.
Hay vertientes más místicas de la alquimia que creen que, en realidad, la piedra filosofal no busca transformaciones físicas, sino el perfeccionamiento espiritual. Prefiero a este último, que al oro y a la vida eterna.
Después de todo, las respuestas a la vida no transitan por el camino que creemos, sino en los mensajes que no atendemos. Tal parece que solo hay que aprender a descifrar los secretos del alma, de la vida y de todos los seres vivientes.
Aun no doy con el mensaje que me envía Tacaco, pero prometo contarlo si lo descifro.