El paradigma del tabaco
El tabaquismo es uno de los mejores ejemplos de la separación que hace la gente entre conocimientos y actitudes: todos saben que el tabaco daña la salud pero la gente sigue fumando.
Los tratados de Sociología de la Salud lo tienen claro. La verdad es que, en términos poblacionales, la gente valora a la salud en forma abstracta y realmente sólo la aprecia cuando la ve amenazada o cuando la pierde.
La fama, la aceptación, la juventud, la belleza, la seguridad, la riqueza y el poder son más importantes para la gente y estos son los valores que la población menos quiere perder y los que más resguarda.
Resulta sorprendente descubrir que la forma de infundir temor porque el tabaco daña a la salud, por ejemplo ocasionando cáncer o daños al feto, resulta la peor de las estrategias para dejar de fumar.
Parece ser que una estrategia más adecuada sería advertir a la población que el consumo de tabaco disminuye el rendimiento deportivo, que afecta el desempeño en la cama, que las personas serán menos aceptadas por el sexo opuesto y, menos populares.
Ha habido intentos en otros países, pero son muy tímidos, por ejemplo algunas cajetillas con el mensaje de que el tabaco causa mal aliento.
Si se intenta, tal vez otro gallo cante.