Algo más que confites
Como suele ser mi tradición, todos los años me deleito con ver a mis colegas de Estonia, India, Brasil, Reino Unido y Estados Unidos chuparse los dedos con los confites costarricenses que siempre comparto con ellos para la reunión anual del Consejo de Directivos de IAPAC (International Association of Providers of AIDS Care ).
En esta ocasión en Miami para una concurrida conferencia internacional sobre VIH y sida, fuimos atendidos todo el día por Carlos y Jorge, unos simpáticos residentes norteamericanos de Colombia y Argentina que nos acompañaron durante la interesante, productiva y larga sesión de trabajo del Consejo.
Los sabores que elegí en esta oportundiad no solo eran bien ricos y variados sino que la caja era bastante grande, con lo cual tomé la promisoria idea de compartirlos con Carlos y Jorge.
Por la noche y con bastante hambre, en medio de un coctel en el que AIPAC honraba a un prominente activista norteamericano, el Dr. Allen L. Freehling como el más destacado personaje de nuestra organización, advertí preocupado que los bocadillos eran escasos y que la multitud estaba tan famélica como yo.
De pronto un desconocido pero atento mesero se acercó y me dijo: “don Carlos, tome un bocadillo y si desea más me avisa”.
Boquiabierto con el pico lleno de pan y pavo, sin más le pregunté al amable mesero cómo sabía mi nombre.
-Gracias por los dulces- me respondió.
Fue cuando caí en la cuenta del efecto expansivo de mi afectuoso acto de generosidad con los dos nuevos hermanos latinoamericanos que conocí ese día y que me convertirían en el VIP mejor alimentado de la ciudad, al recibir frecuentes visitas de este nuevo amigo que acercaba con gentileza su bandeja a mis manos.
Si alguien tiene dudas de que todo lo bueno que uno hace se le devuelve con creces, empiece por endulzarle la vida a los demás
Comprobará que el pavo le lloverá del cielo.
Como suele ser mi tradición, todos los años me deleito con ver a mis colegas de Estonia, India, Brasil, Reino Unido y Estados Unidos chuparse los dedos con los confites costarricenses que siempre comparto con ellos para la reunión anual del Consejo de Directivos de IAPAC (International Association of Providers of AIDS Care ).
En esta ocasión en Miami para una concurrida conferencia internacional sobre VIH y sida, fuimos atendidos todo el día por Carlos y Jorge, unos simpáticos residentes norteamericanos de Colombia y Argentina que nos acompañaron durante la interesante, productiva y larga sesión de trabajo del Consejo.
Los sabores que elegí en esta oportundiad no solo eran bien ricos y variados sino que la caja era bastante grande, con lo cual tomé la promisoria idea de compartirlos con Carlos y Jorge.
Por la noche y con bastante hambre, en medio de un coctel en el que AIPAC honraba a un prominente activista norteamericano, el Dr. Allen L. Freehling como el más destacado personaje de nuestra organización, advertí preocupado que los bocadillos eran escasos y que la multitud estaba tan famélica como yo.
De pronto un desconocido pero atento mesero se acercó y me dijo: “don Carlos, tome un bocadillo y si desea más me avisa”.
Boquiabierto con el pico lleno de pan y pavo, sin más le pregunté al amable mesero cómo sabía mi nombre.
-Gracias por los dulces- me respondió.
Fue cuando caí en la cuenta del efecto expansivo de mi afectuoso acto de generosidad con los dos nuevos hermanos latinoamericanos que conocí ese día y que me convertirían en el VIP mejor alimentado de la ciudad, al recibir frecuentes visitas de este nuevo amigo que acercaba con gentileza su bandeja a mis manos.
Si alguien tiene dudas de que todo lo bueno que uno hace se le devuelve con creces, empiece por endulzarle la vida a los demás
Comprobará que el pavo le lloverá del cielo.