Línea directa con el Polo Norte
Una Navidad me ocupé de atender a mi hija por dos días seguidos pues la guardería ya se encontraba cerrada y mi esposa aún no concluía sus obligaciones laborales de fin año.
La tarde del segundo día, agotado de las típicas travesuras y desobediencias de una niña de 3 años y a pesar de mi amenaza de que llamaría a Santa Claus, decidí tomar el celular y llamar a un polifacético amigo a quien el cargo de Santa le va muy bien.
Luego de darle las quejas a Santa le pasé al teléfono a mi hija. Pude escuchar las serias advertencias que Colacho le daba a mi hija si no cambiaba de actitud. Luego de colgar, creyendo que había logrado al fin un golpe certero le dije: “Viste era Santa”, a lo que respondió con entusiasmo: “si, y ahora quiero hablar con los duendes”…