Marea Alta
En la década de los 80, por defender la honra de una mujer, nos amenazaron con puñal en mano, unos pescadores.
En los 90, nos enseñaron los dientes cuando pretendieron sacar sus pistolas porque les dimos una inofensiva broma.
A comienzos de la década pasada nos desvalijaron con todo el equipo de video y fotografía. Con los vidrios destrozados, parqueamos justo en frente de una maltrecha delegación, donde un enfermizo policía anotaba nuestra denuncia a las luz de unas candelas, en medio de un cuchitril que hedía a todo menos a dignidad.
- No podemos hacer nada- expresó el policía.
- Apenas podemos con las pandillas del narco- acabó diciendo.
Hace no mucho, a pocos pasos del Hard Rock Café y de la residencia de Jennifer López, es posible atestiguar cómo la vida estrepitosamente se desploma como una surrealista fotografía africana.
Pongamos que hablo de Playas del Coco.