Genocidio legalmente impune
Lo aprendí en mis lecciones de Salud Pública con los profesores de la Escuela de Harvard.
El embargo comercial fue una acción llevaba a cabo por la ONU y otras naciones sobre Irak en la década de los noventa.
Para evaluar su impacto, el gobierno de los EEUU envió a su gente. Al pasar casa por casa en Bagdad, las familias reportaron que sus hijos habían muerto masivamente por enfermedades y hambre.
Harvard no quedó convencida pues las tasas de mortalidad infantil resultaban más elevadas de lo que se esperaba, por lo que nuestros profesores de la maestría se fueron al Golfo Pérsico a hacer su propia evaluación independiente. De pronto, como un efecto lázaro, los muertos revivieron.
Era muy difícil saber quién tenía la razón pues Irak era un país devastado por los bombardeos a las fuentes de agua y a los hospitales, con una enorme migración y esto afecta la salud de toda la población, en especial a los niños. Sobre todo, hicieron falta los registros de nacimiento y de muerte de los menores de edad.
Harvard nunca pudo convencer a la ONU ni al gobierno norteamericano acerca de la verdad, igual le pasó a UNICEF.
Lamentablemente, los embargos comerciales si tienen un efecto devastador en las poblaciones, en particular a los niños, aunque en Cuba digan otra cosa.