Encierro español

Era el final de maestría allá por 1999. Todos creían que era una locura, desde mis profesores hasta mis compañeros.
Insistí en que mi tesis de Maestría en Salud Pública consistiera en un estudio cualitativo sobre el VIH/sida en cárceles españolas.
Pero, logré lo inesperado pues el Ministerio del Interior me otorgó un permiso especial y por quince días en la Cárcel Ocaña, cerca de Toledo, entre suramericanos, gitanos y africanos, conocí la espalda de España.
No fue sencillo. Antes de que firmaran un consentimiento informado, debí ser honesto con ellos y contarles el propósito de mi trabajo. Además era importante sobre todo, protegerlos contra una posible discriminación por VIH/sida.
Sentí morir cuando les dije que al participar, el Centro no les daría ningún premio, por lo que casi la mitad se retiró del aula. Me quedé con 19 indisciplinados muchachos.
En un par de ocasiones, estuve a punto de renunciar a mi proyecto cuando fui a traerlos del salón donde consumían drogas.
Al final este esfuerzo fue un éxito porque incluso logré la publicación del estudio en una revista española especializada en VIH/sida, lo que ocasionó el disgusto de las autoridades carcelarias españolas.
No podía ser de otra forma; con el “chip” de la Defensoría de los Habitantes fui la voz de los que no tienen voz.
¡Gracias muchachos! espero que ustedes recobraran su libertad y que el esfuerzo valiera la pena para que -por lo menos- mejorara su situación carcelaria.