Frijoles tiernos en abril
De paso por la Península de Osa, bajo un ardiente sol sahariano , como si hubiera sido asignada a Las Nubes de Coronado, una joven y hermosa mujer policía viste un traje azul de lona, manga larga hasta los dedos, cremallera hasta el cuello, y botas de cuero negro. Como si faltara poco, entre esta armadura y su busto, se oculta como una nutria atada a su madre, un pesado chaleco de plomo antibalas al punto de que hasta la gorra de policia posiblemente le pesaba como un collar de cocos.
¿Oiga no tiene usted calor? Intrigado la pregunté mientras yo zarandeaba de mi frente medio galón de sudor.
– Uno no tiene calor cuando recuerda los tiempos que no tuvo trabajo – me respondió.
¿Oiga no tiene usted calor? Intrigado la pregunté mientras yo zarandeaba de mi frente medio galón de sudor.
– Uno no tiene calor cuando recuerda los tiempos que no tuvo trabajo – me respondió.