Receta para una fertilidad legislativa
Conseguir la aprobación de una ley en la Asamblea Legislativa es
como el embarazo humano. Muchas veces hay que tantear una y otra vez,
aceptando con coraje en numerosos casos la posibilidad de que el
resultado no se producirá nunca. En cualquier caso, el regocijo al
que transporta el orgasmo no concede la palma de oro.
Redactar un texto de estos requiere muchas horas, interminables horas, estudiar mucho, consultar a un sinnúmero personas, escuchar a todas las partes involucradas, leer, re-leer, editar, re editar, así como una ajustada habilidad jurídica, una buena técnica legislativa y un vasto conocimiento de la materia que se pretende regular. Sobre todo, el ingrediente necesario es una elevada madurez para aceptar los errores y las críticas, sortear los ataques personales y una especial habilidad para reconstruir todo de nuevo. La cereza de este pastel es una enorme cantidad de cucharadas de paciencia.
Durante mi vida laboral he redactado y participado en muchos proyectos de ley. Desde una iniciativa para regular el tema de la tercera edad, hasta la investigación biomédica, la fertilización In Vitro, el VIH y el sida y otros que ya ni me acuerdo. De todos estos, los únicos que han visto la luz del quirófano han sido las investigaciones biomédicas y el VIH y el sida.
El resto fueron abortados o simplemente -como en la naturaleza misma- no les ha tocado aún su tuno de nacer porque lo único que está fuera de nuestro control en este quehacer es la voluntad política que ejerce como bendición celestial.
Lo más importante de todo esto es que en realidad la paternidad de una ley es compartida por todos los que participamos en su creación y que cuando esa ley nace y crece, y a pesar del ADN que le suministramos, adquiere un perfil y una personalidad propios, dándonos muchas veces alegrías y desencantos.
El nacimiento de la ley General del VIH sida fue complicado, pero me dejó algunos corazones púrpura y otras medallas ganadas en combate. La Ley de Investigaciones Biomédicas me dejó como Juan de Arco. Pero ahí están las dos.
Hoy necesitamos realizar algunas operaciones correctivas a la Ley que regula el VIH y el sida. Sin embargo, esta norma continua siendo una pieza jurídica a prueba de misiles que hoy le otorga a todas las personas de este país el derecho a la detección temprana del VIH y sobre todo el acceso a los tratamientos antirretroviarles que aseguran vivir más años y con calidad de vida.
¡Animo!, a seguir intentándolo, que es placentero en cualquier caso.
Redactar un texto de estos requiere muchas horas, interminables horas, estudiar mucho, consultar a un sinnúmero personas, escuchar a todas las partes involucradas, leer, re-leer, editar, re editar, así como una ajustada habilidad jurídica, una buena técnica legislativa y un vasto conocimiento de la materia que se pretende regular. Sobre todo, el ingrediente necesario es una elevada madurez para aceptar los errores y las críticas, sortear los ataques personales y una especial habilidad para reconstruir todo de nuevo. La cereza de este pastel es una enorme cantidad de cucharadas de paciencia.
Durante mi vida laboral he redactado y participado en muchos proyectos de ley. Desde una iniciativa para regular el tema de la tercera edad, hasta la investigación biomédica, la fertilización In Vitro, el VIH y el sida y otros que ya ni me acuerdo. De todos estos, los únicos que han visto la luz del quirófano han sido las investigaciones biomédicas y el VIH y el sida.
El resto fueron abortados o simplemente -como en la naturaleza misma- no les ha tocado aún su tuno de nacer porque lo único que está fuera de nuestro control en este quehacer es la voluntad política que ejerce como bendición celestial.
Lo más importante de todo esto es que en realidad la paternidad de una ley es compartida por todos los que participamos en su creación y que cuando esa ley nace y crece, y a pesar del ADN que le suministramos, adquiere un perfil y una personalidad propios, dándonos muchas veces alegrías y desencantos.
El nacimiento de la ley General del VIH sida fue complicado, pero me dejó algunos corazones púrpura y otras medallas ganadas en combate. La Ley de Investigaciones Biomédicas me dejó como Juan de Arco. Pero ahí están las dos.
Hoy necesitamos realizar algunas operaciones correctivas a la Ley que regula el VIH y el sida. Sin embargo, esta norma continua siendo una pieza jurídica a prueba de misiles que hoy le otorga a todas las personas de este país el derecho a la detección temprana del VIH y sobre todo el acceso a los tratamientos antirretroviarles que aseguran vivir más años y con calidad de vida.
¡Animo!, a seguir intentándolo, que es placentero en cualquier caso.