La danza de la botella
Algunos teníamos la mala costumbre, recién graduados de la Facultad de Derecho, de robar botellas de licor pues al menos yo, en la billetera, solo tenía la cédula.
Esa noche, fuimos al baile de la semana del abogado en Zapote, cuando de pronto un corte de electricidad anunció la oportunidad de robarme la botella de whisky de la mesa de al lado que llevaba rato cerrándome un ojo.
En medio de la oscuridad, tomé la botella y mi amigo colega de toda la vida y yo salimos como alma que lleva el diablo.
De pronto sucedió lo inesperado. Todas las luces del gimnasio prendieron. Quedé solo en medio de la pista de baile abrazando a la botella mientras todas las miradas estaban dirigidas hacia la improvisada pareja de baile. Mi amigo estaba más cerca de la salida, devolver la botella era peor por lo que corrí hacia la puerta y luego reímos a carcajada batiente.
Esa botella me dio goma moral, fue la última que robamos.