Las Cuevas de Ciudad Colón
Sobre las imponentes paredes del cañón de Río Virilla, Ciudad Colón revela un misterioso secreto como si se tratara de haber regresado en el tiempo hacia las antiguas Roma y Grecia. Es el Anfiteatro De Villa desarrollado por el belga Benoit Dessard Chevalier.
Se trata de una interesante colección de réplicas de arte clásico, renacentista y barroco que empieza con la Fontana di Trevi quien se asoma al descenso al cañón.
Luego, cuatro bocas de caverna invitan a recorrer las entrañas de la pared del cañón donde por 500 metros de pasillos y 40 metros bajo tierra como un viaje hacia el pasado, se revelan réplicas de la Venus de Milo, el David de Miguel Ángel, el Beso y el Pensador de Rodin justo en medio del Infierno del poeta italiano Dante Alighieri.
Un escudero medieval custodia uno de los salones y algunas obras del cristianismo, como catacumbas, ángeles de la guarda, y un cristo en Urna se asoman sobre la marcha como para que no se diga que se trata de una pagana evocación del arte.
De pronto Egipto emerge con unos maravillosos salones con jeroglíficos que revelan que hemos encontrado los misterios que esconde Tutankamón. Esperando no haber caído en su maldición por haber profanado su tumba, nos despidimos con una refrescante bebida natural que el personal guia nos ofrece.
Una perfecta iluminación y un aire fresco permiten olvidar que estamos en las tripas del viejo tajo. Bellas salas, impresionantes lámparas y meseros por doquier dan cuenta de que en el sitio hay algo más que esculturas. Una invitación a cenar, beber y celebrar al son de música en vivo endulza el deseo de ir a celebrar con amigos y familia.
Se trata de un absorto viaje que hace alucinar con que al fondo se develará al fin el mito de la caverna de Platón.
Se trata de una interesante colección de réplicas de arte clásico, renacentista y barroco que empieza con la Fontana di Trevi quien se asoma al descenso al cañón.
Luego, cuatro bocas de caverna invitan a recorrer las entrañas de la pared del cañón donde por 500 metros de pasillos y 40 metros bajo tierra como un viaje hacia el pasado, se revelan réplicas de la Venus de Milo, el David de Miguel Ángel, el Beso y el Pensador de Rodin justo en medio del Infierno del poeta italiano Dante Alighieri.
Un escudero medieval custodia uno de los salones y algunas obras del cristianismo, como catacumbas, ángeles de la guarda, y un cristo en Urna se asoman sobre la marcha como para que no se diga que se trata de una pagana evocación del arte.
De pronto Egipto emerge con unos maravillosos salones con jeroglíficos que revelan que hemos encontrado los misterios que esconde Tutankamón. Esperando no haber caído en su maldición por haber profanado su tumba, nos despidimos con una refrescante bebida natural que el personal guia nos ofrece.
Una perfecta iluminación y un aire fresco permiten olvidar que estamos en las tripas del viejo tajo. Bellas salas, impresionantes lámparas y meseros por doquier dan cuenta de que en el sitio hay algo más que esculturas. Una invitación a cenar, beber y celebrar al son de música en vivo endulza el deseo de ir a celebrar con amigos y familia.
Se trata de un absorto viaje que hace alucinar con que al fondo se develará al fin el mito de la caverna de Platón.