Las libertades (en un mundo civilizado)
La libertad de culto, pensamiento, religión y conciencia es el
fortín más íntimo y sagrado de una persona y posiblemente de un
pueblo. Esto da lugar a dos certeras conclusiones:
1.- Nadie debería ser coaccionado a una determinada forma de pensamiento o creencia, ni existe menos una licencia para asesinar ante su negativa o incumplimiento.
2.- El ataque contra esta libertad da derecho a sentir lesionada la integridad confesional. Sin embargo, el derecho a sentirse ofendido no da derecho a matar, por la sencilla razon de que nadie se gana el deber de morir.
Por otra parte, la libertad de expresión es y debe ser ilimitada, no por eso irresponsable. Por esto, los excesos de esa libertad tienen consecuencias, porque su desproporción sobrepasa un mínimo ético que no es convencional. Cada persona sabrá medir la profundidad de su honor, con lo cual cada uno sabrá hasta dónde le hiere la tinta, el dibujo o la palabra.
Hasta aquí las certezas.
Por esto, ¿quién decide en qué creer y en que no?, ¿ Qué objeto tiene imponer a otros una determinada forma de pensar y creer?, ¿dónde y quién define los excesos a la libertad de expresión?, ¿Existe un honor colectivo que se lesiona cuando se denigra la patria, los símbolos, la cultura o el deporte de una nación o un pueblo ? ( recordemos la actitud de la gente en las redes sociales el pasado mundial de fútbol) , ¿quién ostenta la representación de un grupo y define las acciones a seguir cuando ese honor ha sido agraviado?
Con todo, la dignidad humana, donde todo empieza y termina, debería ser la condición que aquilate, en cada caso, la profundidad y los alcances de todas las libertades.
Y la tolerancia habría de ser el sabio instrumento que mantenga a flote dichas libertades.
1.- Nadie debería ser coaccionado a una determinada forma de pensamiento o creencia, ni existe menos una licencia para asesinar ante su negativa o incumplimiento.
2.- El ataque contra esta libertad da derecho a sentir lesionada la integridad confesional. Sin embargo, el derecho a sentirse ofendido no da derecho a matar, por la sencilla razon de que nadie se gana el deber de morir.
Por otra parte, la libertad de expresión es y debe ser ilimitada, no por eso irresponsable. Por esto, los excesos de esa libertad tienen consecuencias, porque su desproporción sobrepasa un mínimo ético que no es convencional. Cada persona sabrá medir la profundidad de su honor, con lo cual cada uno sabrá hasta dónde le hiere la tinta, el dibujo o la palabra.
Hasta aquí las certezas.
Por esto, ¿quién decide en qué creer y en que no?, ¿ Qué objeto tiene imponer a otros una determinada forma de pensar y creer?, ¿dónde y quién define los excesos a la libertad de expresión?, ¿Existe un honor colectivo que se lesiona cuando se denigra la patria, los símbolos, la cultura o el deporte de una nación o un pueblo ? ( recordemos la actitud de la gente en las redes sociales el pasado mundial de fútbol) , ¿quién ostenta la representación de un grupo y define las acciones a seguir cuando ese honor ha sido agraviado?
Con todo, la dignidad humana, donde todo empieza y termina, debería ser la condición que aquilate, en cada caso, la profundidad y los alcances de todas las libertades.
Y la tolerancia habría de ser el sabio instrumento que mantenga a flote dichas libertades.