Ritos fúnebres
En Egipto, los embalsamaban. En la India, depositan las cenizas del cadáver en el Río Ganges para evitar el ciclo de la reencarnación. Los católicos con la vela, el entierro, las misas, los novenarios y el luto. Me cuentan que en Nicaragua se arma una fiesta de hasta una semana.
La Tanatología, que es la disciplina que estudia el fenómeno de la muerte y la Psicología explican que los ritos fúnebres dan por declarada la muerte y tienen por propósito ofrecer soporte emocional a los que quedan para enfrentar el fallecimiento de un ser querido.
Tan importantes son que si no se practican, el proceso de duelo es más doloroso para los familiares y allegados como ocurre con las personas desaparecidas. Pienso, por ejemplo, en las Madres de Plaza de Mayo en Argentina o los familiares de fatales accidentes aéreos.
Pero aparte de estos trágicos casos, cada vez hay más personas que están solicitando a sus familiares que algunos ritos no se practiquen cuando mueran, a lo cual tienen todo su derecho.
Están por ejemplo quienes solicitan que no se forme una fila para ver cómo quedaron de muertitos y que en su lugar, se coloquen sobre los ataúdes las fotos de cuando estaban lindos y jóvenes.
Hay otros que prefieren ser incinerados, lo cual está perfecto, y hay otros que no quieren nada, ni misa, ni novenarios, ni flores, ni luto.
Realmente, los ritos fúnebres son para los quedan, no para los que se van. Por este motivo, mientras tengamos vida, cualquiera que sea nuestra decisión, justamente así como organizamos nuestra boda, el nacimiento de nuestros hijos o una graduación, procuremos dejar prevista -al menos- una buena ceremonia fúnebre que les dé fortaleza emocional a la familia y allegados para enfrentar el momento de disponer de nuestros restos.
Sin embargo, como en todo en la vida, hay que ver las cosas desde la otra acera.
Por este motivo, para quienes nos quedamos por un rato más, aunque no nos guste el encargo y para evitar que no nos “jalen los pies por la noche”, también es trascendental respetar la voluntad del difunto, para que de igual forma, cuando nos toque el turno, se respete la nuestra.
R. I. P.