Estaciones de trenes
-Su boleto por favor-
Desde la Grand Central Station en New York bajo la melodiosa voz de Annie Lennox; pasando por el exótico invernadero de Atocha en Madrid; la majestuosa y clásica de oro y granito de la Union Station de Washington; la inmensidad, pobreza y arte que encierra la de Sao Pablo; la abandonada y cinematográfica de Buenos Aires, hasta la pervertida de Amsterdam.
Todas las estaciones de trenes que mi vista ha patentado, incluidas nuestras joyas del Pacifico como la del Atlántico de nuestra pequeña villa, todas son hermosas y únicas.
Insuperables recuerdos ferroviarios, son el punto de partida de una aventura y el retorno de un extraordinario equipaje con sobrepeso de experiencias de vida.
Las estaciones de trenes son el germen y albor de la vida misma. Viveros de partidas y retornos, acuarios de quimeras que emergen y hunden.
Quien no sube al tren de la vida aunque sea retrasadamente, la estación ferroviaria le fue solo el vago recuerdo de una vida sin biografía.