La cara oculta
Hace tiempo que no tenía contacto con los mamones chinos y sobre todo en abundancia como esta vez.
De paso por Ciudad Neily para participar en un curso de Bioética con mis colegas de la Defensoría de los Habitantes, los mamones chinos estuvieron presentes de principio a fin.
En el hotel, en lugar de coctel de bienvenida, nos ofrecieron mamones chinos y al fin del curso, muy amablemente, al mejor estilo costarricense, una participante nos obsequió una bolsa repleta. Y al salir del mercado, en la calle- como camisas de la Sele en medio Mundial- se les veían por doquier.
Hoy, desconsoladamente me entero en el diario de que un chico de 2 años acabó sofocado por culpa de una de estas frutas.
Tan insignificantes e inofensivos que parecían estos peludos amigos como cortesía y agradecimiento, pero como muchas normales efemérides de la vida, tan peligrosos como el agua misma
De paso por Ciudad Neily para participar en un curso de Bioética con mis colegas de la Defensoría de los Habitantes, los mamones chinos estuvieron presentes de principio a fin.
En el hotel, en lugar de coctel de bienvenida, nos ofrecieron mamones chinos y al fin del curso, muy amablemente, al mejor estilo costarricense, una participante nos obsequió una bolsa repleta. Y al salir del mercado, en la calle- como camisas de la Sele en medio Mundial- se les veían por doquier.
Hoy, desconsoladamente me entero en el diario de que un chico de 2 años acabó sofocado por culpa de una de estas frutas.
Tan insignificantes e inofensivos que parecían estos peludos amigos como cortesía y agradecimiento, pero como muchas normales efemérides de la vida, tan peligrosos como el agua misma