El helado o la vida
Caminábamos mi amigo y yo por el parque de nuestra natal Desamparados en tiempos de desenfreno juvenil comiéndonos un helado de palito cuando dos tipos empezaron a ofendernos sin motivo alguno.
Con el fin de ponerle fin a la agresión verbal, mi amigo -que conoce de defensa personal- me dijo: “mae, Carlos José, sosténgame el helado”. Yo, que no atino ni con las moscas me quedé perplejo.
De pronto, dio inicio un combate de patadas y pescozones, mientras que a mi se me “derretían los helados”. Por fortuna, mi amigo les dio su merecido y yo terminé chupándome los codos.