Descrédito en tres actos dramáticos

Con toda seguridad, más de un extremista radical "provida" afirmó que el terremoto del 5 de setiembre a las 8:05 am del 2012 en San José, Costa Rica, fue una amenaza divina en caso de que se levantara por parte de la Corte Interamericana de Derechos Humanos la tristemente célebre prohición de la FIV en nuestro país. Afortundamente, las fuerzas de la naturaleza no impidieron la realización de la audiencia, que dio inicio pocos minutos después del tremendo susto que experimentamos quienes ese día estabamos dispuestos a acabar con la prohibición.
La audiencia de dos días pasó por tres actos teatrales que se montó el Estado costarricense que dieron verdadera pena:
Primer Descrédito. El cual aconteció en el primer acto de este papelón cuando el Estado nos trajo un médico de los EEUU. Olvidó el Estado que el sistema sanitario norteamericano se funda sobre las bases de una apabullante injusticia que Obama trató de reducir. Con lo cual, a la FIV solo pueden acceder las personas con recursos económicos pues con los seguros aun no se logra. Dentro de una buena colección de equívocos y falaces argumentos, como por ejemplo basar su oposición a partir de lo anécdotico, el galeno olvidó que el método científico requiere comprobación.
Segundo Descrédito. In crescendo, durante el segundo acto de esta fábula, emergió el segundo perito del Estado. Esta vez se trató de un sujeto que nos visitó desde Colombia y que daba toda la pinta de ser una buena persona, pero que no contempló que para venir a esta dura prueba había que prepararse muy bien, quedando evidenciado que solo sabía que la “vida humana es inviolable” y que la “la Sala Cuarta hizo bien en prohibir la FIV”. Su penosa actuación concluyió cuando confiesa que Costa Rica puede volver a hacer la FIV “si se mueren dos embriones” porque son menos…
Tercer Descrédito. El tercer ridículo, el más penoso de todos, fue cuando ocurrió “el momento mágico”. Aconteció justo cuando el Estado tuvo que reconocer que su actuación ha sido discriminatoria y al vacilar ante la encrucijada de que tendría que prohibir las relaciones sexuales también al aceptar que en ellas ocurre la misma perdida embrionaria que en la FIV.
Una cosa más. Fue verdaderamente surrealista. Mejor no le hubiera quedado a Dalí.
Afortunadamente, la cereza de pastel de este este drama la trajo la sensatez, experiencioa y sapiencia de Fernando Zegers Hochschild, quien fue nuestro perito estrella, enterrando los mitos y los odiosos prejuicios contra la FIV.
Afortunadamente, los jueces acabaron más tarde con esta amarga obra teatral que se montaron años atrás los negacionistas de la biología, la vida y el derecho humano a fundar una familia.