La conversión del domicilio de mis abuelos
En el pretil con mi madre Virginia Monge y abuela Carmen Rojas
En cuyos pisos no llegué a gatear, a principios del pasado siglo una gran residencia fue erigida justo en frente de un parque.
Una buena parte de su vida transcurrió en esta propiedad. Más tarde, mi abuela levantó otra vivienda en esa su herencia. Ahí ascendió su linaje.
Era una posesión grande, bien grande, pero se fue haciendo chica, bien chica. Mi abuela pagó algunas deudas con franjas de tierra.
Sobre la calzada mi abuela ubicó un asiento, "el pretil" . Testigo de largas horas de citas amorosas de mis padres, de reuniones de amigos y de familiares. De secretos de familia. Butaca de primera fila para desfiles y procesiones.
Fue mi guardería. Debajo de un lienzo de la Santísima Trinidad, una pantalla en blanco y negro me divertía con Plaza Sésamo.
También llegué a unirme con el resto en el asiento sobre la acera, sobre todo durante las tardes de sábado, con mi camión de bomberos.
En esa casa, mis abuelos aspiraron su último jadeo, su último palpitar. Luego de un par de cambios de destino, la casa fue derribada. Hoy se alojan ahí mismo unos improvisados locales comerciales.
Aquí viene la conversión.
Una parte de esa casa, el garaje y el taller de mi abuelo, un recinto color negro motor y de piso de tierra fue la herencia que recibió mi madre, quien la vendió a una tía, de cuya venta mi madre adquirió una propiedad, que luego me donó, donde yo edifiqué mi primera casa matrimonial, la cual vendí luego para contribuir a la adquisición de nuestra actual casa.
Pasando por herencias, donaciones y ventas, se podría decir que algunos de los ladrillos y travesaños del domicilio de mis abuelos están contenidos en nuestra casa.
Por esto, no es de extrañar la conmoción que me asalta a veces, cuando sentando en la sala de nuestra morada, de pronto me siento como si estuviera en la de mi abuela, mirando Plaza Sésamo justo en frente de la Santísima Trinidad.
De la misma forma, en ese mismo instante y en ese mismo sitio percibo que mis abuelos han de sentirse como en su propia casa.