Cuando a la conciencia le hablan dos
Conflictos de interés, ¿quién no los tiene? ¿Quién muerde la mano que nos de comer?
El conflicto de interés no nos hace malos, lo malo es valerse de ellos.
Lo tiene el profesor universitario con la alumna con la cual mantiene una relación amorosa, el juez que es familia de la parte demandada, el funcionario público con la empresa licitante que le pagó un curso de capacitación en el extranjero, el médico que prescribe sólo los medicamentos de la compañía farmacéutica en la cual invierte acciones de capital, el jefe que es muy amigo de su colaborar, el profesional que sirve a varios patronos …
Hay mucho escrito sobre conflicto de interés, tratados de bioética y derecho y hasta congresos sobre este tema, pero la gente sigue sin tenerlo claro.
No es una cuestión subjetiva, no es lo que yo considere como tal.
Es la co- existencia de un vínculo objetivo de una persona con intereses contrapuestos o similares que generan ruido al momento de tomar decisiones.
Al conflicto hay que declararlo y en el mejor de los casos resolverlo; de otra forma compromete nuestro juicio, desvirtúa el obrar, altera muestra tranquilidad, afecta la transparencia de la función pública y privada y lacera nuestras profesiones.
En las ciencias de la salud como en la medicina o en la enfermería -por ejemplo- y en el derecho es vital no tener conflictos de interés pues los intereses de las personas a las cuáles nos debemos pasan a unsegundo plano para favorecer intereses personales y esto riñe con la ética.