Mi primera vez
¿Quién ha dicho que la primera vez es la mejor? La de montar en bicicleta, la del primer día de clases, la del primer beso … no son las mejores. Lo más óptimo siempre viene después del estreno.
Esta fue mi primera vez y no me gustó. No era lo que esperaba ni lo que decían los demás que sería.
Ya era abogado y aun no lo había hecho.
Una llamada de unos colegas y nos fuimos en caravana. No sé si era su primera vez, pero todos íbamos emocionados, de corazón reventar. Como los chicos de Porky´s, éramos varios irreflexivos y atolondrados inexpertos
Acudimos puntuales a la cita.
Ahí fuimos recibidos por un distinguido abogado. Luego de presentarse, nos refirió con un empresario quien estaba reclutando jóvenes abogados.
El acaudalado patrón nos recibió en su despacho y nos juró un caudal en honorarios. Mis ojos brillaron como dos nuevos pennies de oro.
¡Que pronto que fuimos recompensados, a un mes de graduados! ¡Nos haremos ricos! – comentamos a la salida de su despacho.
Comprendiendo al fin porqué se dice que el tiempo es oro, nos esfumamos a realizar los primeros encargos.
Regresamos al día siguiente donde nuestro distinguido abogado, como fue lo pactado.
-Gracias muchachos, hemos logrado reunir la prueba contra el más fugitivo forastero, un astuto narcotraficante. – nos dijo. El empresario que nos juró el oro y el moro.
La primera vez que usé corbata no me gustó, pero me mostró muchas lecciones.
Así empezó la despedida de la cajita blanca … de que la vida no es un pastel de chocolate y de que las esperadas fortunas de oro no llegarían nunca, de que es mejor poquito pero honesto.
Meses después, me topé de nuevo con él. Fue en la cárcel cuando yo defendía a sus inquilinos por un modesto pero honorable sueldo.
Conversamos no recuerdo de qué. Yo estaba bastante espantado, pero él no me reconoció, por dicha.
Yo no andaba corbata.