Monster Party
De niño, mis padres solo me celebraron dos fiestas de cumpleaños. De forma muy íntima, la primera a los tres años con mis abuelos y, la segunda a los siete con toda la vecindad, de la cual yo mismo me encargué de que fuera la última.
En aquellos años las fiestas se le celebraban en la cochera de la casa. La piñata, los antifaces, las bolsitas y el queque eran confeccionados por la tía, la madrina y la abuela.
Al mejor estilo de The Party con Peter Sellers ( 1968 ) en esa ocasión me ocupé personalmente de cuatro fechorías. Le dije a uno de mis amigos que ya tenía el regalo que me dio y luego de romper mis pantalones nuevos, le tiré una piedra a un carro para finalizar rompiéndole la boca a un amigo.
Así fue. Sucedió con un avión nuevo que ese dia me obsequieron y que al volarlo a gran velocidad, sin querer lo estrellé - como un kamikaze- contra su cara.
Como era natural, con mi amigo ensangrentado y llorando desconsoladamente acabó mi record de fiestas de cumpleaños. Mis padres decretaron un veda que tardó varios octubres.
Con los años, la lista de fiestas que di en casa y que muchos de mis amigos recuerdan, fueron organizadas con una sobresaliente clandestinidad que la mejor banda de asalta bancos envidiaría.