El lienzo oculto del curriculum vitae
La obra “Mujer planchando” estaba oculta detrás de otra pintura de Picasso
Allá por 1992, mi exjefa, estimada y respetada doña Elizabeth Odio prohibió el ingreso de vendedores al edificio del Ministerio de Justicia. Con ocasión de esta veda, mi oficina, que estaba en el exilio, se convirtió súbitamente en un rastro con un desfile de mercaderes encima del escritorio de mi secretaria: el de las joyas, el de la ropa interior y el de las carteras y otro montón de “chunches”. “Vaya, como tiene deudas esta mujer” fue lo que pensé.
Mi asombro vino cuando descubrí que mi oficina era la central de pagos de todos los deudores del Ministerio que le daban el dinero a mi secretaria para que ella hiciera los abonos, además de la antesala de Amazon.
Tiempo después, para una Semana Santa, doña Elizabeth dio autorización para asistir a la misa que organizaban los funcionarios. Mi secretaria me solicitó el respectivo permiso y yo, sin haber aprendido la lección del mercado de las pulgas, le di mi aval.
Luego, me enteré que se fue de compras a la avenida central.
A ella la recuerdo con cariño y con agradecimiento pues, sin proponérselo, me entregó un invaluable aporte a mi experiencia laboral. Ese que nadie escribe en su curriculum vitae.