Locos de amor
Explican algunas teorías psiquiátricas, psicológicas y de las neurociencias bien serias y documentadas que durante la primer etapa del enamoramiento, el cerebro segrega un fabuloso coctel de sustancias bioquímicas como la feniletilamina, la dopamina, la norepinefrina, la oxiticina y la endorfina que son responsables de que las personas experimentemos sensaciones similares a las del estado de locura.
“Locos de amor” no en vano es una expresión bastante cierta.
Esta sazón de encantamiento, de seducción, de embriaguez sexual y de estar en las nubes no nos permite advertir los defectos del otro y hace que veamos a las personas como queremos verlas.
Afortunadamente, este estado de "imbecilidad transitoria", en palabras de Ortega y Gasset, no puede mantenerse bioquímicamente por mucho tiempo.
Por este motivo, es mejor esperar a que las cosas se normalicen antes de tomar decisiones trascendentales, para que el cerebro encuentre paz y estabilidad y, sobre todo para que se devele el verdadero amor.
Luego, con otro aderezo bioquímico, arriba una etapa que es más bonita porque es real y es la que experimentaremos con nuestra pareja, cuando hay apego, cuando hay apoyo, comprensión y fidelidad, para lo cual habrá que trabajar duro por supuesto.
Cuando ello no ocurre, es decir cuando “no hicimos química” y nos llevamos un desencanto, como puede ser natural, y en razón de que el chocolate es rico en feniletilamina, entonces como Charlie Brown dijo: "una buena manera de olvidar una historia de amor es comerse un buen pudin de chocolate".
En Costa Rica, con el matrimonio igualitario, a todos mis queridos amigos gais y lesbianas que han esperado varias primaveras por este momento, les sugiero paciencia y, a la vez, les recuerdo que Freddy Mercury lo tuvo bien claro cuando escribió “Crazy little thing called love".