Las pequeñas grandes cosas
Sin repasarlo dos veces, hubiera sido aceptada por la mayoría de las chicas. Toda reina de belleza la hubiera sujetado con fuerza entre sus manos de frente a las cámaras. En una boda, todas las solteras hubieran desesperadamente forcejeado tras su vuelo.
Sucedió sí. Fue cuando mi hija recién superaba la etapa de pre-kinder.
Justo el último día, en el jardín de niños, cuando le hice entrega de una rosa como galardón por haber concluido esta primera parte de su carrera académica antes de pasar a aulas más ambiciosas, su rechazo fue inmediato.
Se me acercó y al oído me susurró: -papito, yo le quiero regalar la flor a la teacher.-
Y eso hizo.
Pequeñas grandes cosas enseñan los niños. Lejos de pensar que el premio bien se lo merecía, por el contrario, su juicio le dictó una mejor decisión.
Algo más justo, meritorio y ajustado a la verdad: su maestra, por prepararla para la vida.