The World of Coca Cola
Museo de la Coca Cola. Marzo, 2013
Soy salubrista, todos lo saben.
Antes de alzar el vuelo a Estados Unidos la semana pasada, alguien circuló una caricatura por una red social de lo achacosa que está la osa polar y sus oseznos por consumir Coca Cola. Me carcajeé por supuesto y en The World of Coca Cola, en Atlanta, reí más.
Milton Tingling, un juez de Nueva York acaba de levantar la prohibición de venta de botellas grandes de bebidas gaseosas en restaurantes por considerarla arbitraria.
¡Claro que lo es!
Existe buen consenso y evidencia sanitaria de la epidemia de diabetes y obesidad en niños que se cierne sobre los países, lo cual, como es consabido, trae serios problemas cardiacos y muerte prematura, como resultado del consumo de alimentos sin valor nutritivo y cargados de azúcar, mejor conocidos como “comida chatarra”.
¿Pero tiene la culpa solo la Coca Cola de esta epidemia?, ¿La prohibición de su consumo es la mejor estrategia?
Las medidas que enfilan todas las baterías contra las gaseosas y sobre todo la prohibición de su consumo no hacen otra cosa que poner el énfasis en un tipo de productos, olvidando que existen en el mercado cualquier cantidad de cochinadas sin valor nutritivo. Habría que hacer lo mismo con las piñatas de los niños, sustituyendo la basura que las abulta por una ensalada de frutas con bananos, uvas, mandarinas y manzanas. A ver cuántos chicos se lanzan a la piñata…
Por otra parte, estas absurdas estrategias olvidan que la obesidad y la diabetes son epidemias multifactoriales, esto quiere decir que los malos estilos de vida no consisten solo en consumir bebidas azucaradas. El sedentarismo también rompe básculas y despacha gente al camposanto.
Las medidas de proscripción, tan típicas en los Estados Unidos, no solo olvidan los macabros episodios de la Ley Seca y su consecuencia, Al Capone, sino que además causan la clandestinidad, piratería, contrabando y guasa.
Por ejemplo, con la prohibición de venta de botellas grandes de Nueva York, los chicos compraban botellas pequeñas en cantidades industriales como para una escuadra de Boys Scouts.
¿Que la Coca Cola es adictiva? Habría de prohibir el café y Facebook, para no mencionar a las serias adicciones que son legales en el mundo.
En Costa Rica, a pesar de que varios centros educativos prohíben la venta de la Coca Cola y en general las sodas expenden alimentos nutritivos en todas las escuelas, en Barrio México, un chinamo desde la acera vende comida chatarra -baranda de por medio- a una enorme cantidad de niños cuya escuela promueve la venta de frutas de temporada. Esto sin perder de vista el complot de los padres quienes hacinan la lonchera con porquerías para todos los gustos.
Y el deporte. ¿Cuánto tiempo de recreo tienen esos niños?, ¿Cuántas clases de educación física reciben a la semana?
Fuera de los Estados Unidos, a veces creo que el odio al “Establishment”, al clavar su garra contra el imperialismo, pierde la perspectiva al creer que hiede todo lo que es yankee.
Dentro de los Estados Unidos, si se quiere combatir la peligrosa epidemia de diabetes tipo dos en niños y dejar de mirar todos esos mastodontes que caminan por los centros comerciales, se debe tener claro que la prohibición y la represión son el enemigo número uno de la Salud Pública.
Y en Costa Rica, de imitar el modelo prohibitivo, habría de impedir el patrocinio de la Coca Cola a las actividades deportivas como los Juegos Centroamericanos de marzo de 2013.
No tengo acciones de capital con Coca Cola ni las demás gaseosas. Apenas tengo una cuenta de ahorros. Tampoco las consumimos en casa, pero he de decir lo que pienso con franqueza: que su acérrimo ataque como responsable de la epidemia de enfermedades crónicas me parece la más acaramelada y edulcorada de las contradicciones humanas.