Aquí no hay tangas
Recorrí toda Ipanema tratando de encontrarlas, pero no atiné con alguna, es un mito.
Por el contario, me detuve algunos instantes a prestar atención a los partidos de futbol de playa: comprendí el motivo por el cual Brasil es el campeón.
Luego, algunas formidables edificaciones construidas de arena. Por la noche, los travestis se adueñan de algunas esquinas con sus sensuales cuerpos: la envidia de muchas chicas.
Por supuesto, una visita al Mangueira, la famosa escuela de samba y luego unas caipiriñas para refrescarse.
Finalmente, el Cristo Redentor que mira ese maravilloso abanico teatral que es Rio de Janeiro: una fabulosa pista de carros de alta velocidad, el Maracaná, una ciudad sin contaminación publicitaria, el Pan de Azúcar, la Feijoada (frijoles brasileños) y el contraste entre los barrios ricos y las favelas.
Todo, menos tangas.