El nido
Todas las aves, solas o acompañadas de su pareja, preparan el nido que albergará sus alumbramientos.
Durante varios días construyen un sólido cesto con ramitas, hojas y semillas , que será el sitio donde empollarán y crecerán sus crías antes de volar por primera vez al enfrentar, al igual que todas las especies, el delicioso desafío de vivir libres.
De pronto el nido queda vacío, las crías están listas para cruzar los hemisferios, mientras la pájara se regocija al aceptar que la tarea está terminada, sintiéndose triste a la vez.
La especie humana pasa por lo mismo. También prepara el nido: compramos la cuna, pintamos el cuartito del bebé y lo decoramos de rosa si es niña o de cielo si es varón.
Cuando la naturaleza pone a la maternidad y la paternidad cuesta arriba, si no es por la adopción, algunas personas no llenan nunca el nido que tan afanosamente prepararon.
De alguna u otra forma, queremos llenar el nido y luego –con los años- verlo vacío. Pero hay quienes se oponen, los castrantes, como los que contrarían la Fertilización In Vitro.
Son como las “aves vaqueras”, una especie de pájaros mafiosos que destruyen los nidos de las demás aves si éstas no hacen los que ellas ordenan.