Breve y prolongada historia de amor
Esta es la más breve historia de amor con los resultados más extendidos que he conocido.
El año daba cuenta de pocas horas de nacido cuando en medio de mi carrera de Derecho conocí a esta chica.
El 13 de febrero, para terminar de rematar el romance, asalté el guardarropa de mi padre y vendí un montón de empolvados trajes y zapatos, transformándolos en un bello collar. Ella me obsequió un disco y esa noche en medio de una romántica velada junto con otras parejas, juré que sería el principio de un eterno festejo de amor.
A las pocas horas, el mismísimo 14 de febrero, cuando todo era rojo y rosado para el resto, ella me rompió el corazón. Luego me llegó el pajarito con el mensaje de que el suyo pertenecía a un tercero.
Pocas semanas después, ella ensayó una segunda parte. Fue su turno para el desencanto.
Varios años después nos reencontramos. Fue mi alumna en la Universidad.
Nos saludos alegremente. No habría tercer ensayo de parte de ninguno. Nuestros corazones se reconciliaron pero pasamos la página sin rencores.
Nadie es malo, tonto ni feo por no enamorarse. El amor y la desilusión no deberían interferir con la academia ni con la integridad de un educador ni la probidad de un educando.
Ella terminó el curso con creces y yo pude transmitirle consejos útiles para su vida profesional.
Nuestras miradas no se cruzan desde entonces.
¿Que ésta es una historia de amor sin un final feliz?
Ella me presentó a una amiga de la cual guardo bellos recuerdos.
Sobre todo, me introdujo con el que hoy es uno de mis más queridos compinches, y yo le presenté a él la que hoy es su esposa.