Gato Félix

Mi primer trabajo como abogado hace más de 20 años fue en el Centro de Adapatación Social La Reforma. Ahí conocí al Gato Félix, personaje de sucesos que probablemente es desconocido para las nuevas generaciones.
La primera vez fue cuando perdí la hebilla de mi faja en un servicio sanitario de la etapa Mediana Abierta. Solo por el anillo de matrimonio se zambulle la mano. Félix, como Allí Baba, me llevó a su cueva y me mostró miles de hebillas por escoger. En un minuto estrené faja.
La segunda ocasión fue cuando llegó el camión repartidor de cigarrillos.” Licenciado, cuánto me da si abro los tres candados del cajón de los cigarros?” me dijo el Gato. “Nada, no se meta en problemas y no me meta a mi” le dije, pero me retó y sacó algo de bolsillo y de pronto abrió los tres candados como truco de Houdini.
Créanlo o no, nos reuníamos a conversar. Solía relatarme historias, como cuando me contó que fue capturado de forma injusta por estar desde una esquina comprobando -como buen gato desde la altura- si las lecciones dadas a sus pupilos para el atraco a un banco habían sido bien aprendidas.
No volví a saber nada de él. No leo sucesos.