Reclusión

En medio del Golfo de Nicoya, la prisión fue construida durante la época de la teoría propuesta por Lombroso (Italia, 1835- 1909) sobre el perfil anotómico del delincuente nato, esa que dijo que si reunías ciertos rasgos en la cara te ganabas el título de criminal.
Luego, en 1991, tuve el honor de acompañar a la delegación del Ministerio de Justicia que dio testimonio al fin de este episodio que fue la Isla de San Lucas. Entre el “Barrio de las Jachas”, la “plancha” de la insolación y los dibujos de celda como de caverna del Paleolítico, queda el recuerdo del suplicio al que se expuso a los hombres solos de José León Sánchez.
Lamentablemente, y a pesar del transcurso del tiempo, la cárcel sigue siendo un mal para los hombres y las mujeres que pasan por ahí. Quienes hemos trabajado por algún tiempo con privados de libertad podemos dar fe de que en la prisión las cosas funcionan al revés de como pasan en el resto de la sociedad. Tengo dos ejemplos: 1) usar un cubierto puede ser un lujo en algunos momentos, pues en la cárcel un tenedor quita vidas, 2) usted, que lee abiertamente su Facebook o Twitter; recluido en la Reforma lo podría hacer, pero a hurtadillas.