¿Y entonces para qué Sala Cuarta?
Una vez llegó a la Defensoría de los Habitantes una persona de 39 años que vive con VIH a preguntar por mi y esto fue lo que sucedió.
Persona: - mire usted, la Caja y el Ministerio de Trabajo me han rechazado mi solicitud de pensión por invalidez.
Yo: - Ha de ser porque usted puede seguir trabajando
Persona: -Es que nadie me da trabajo por mi condición, a pesar de que los tratamientos que me da la Caja me tienen muy bien.-
Fue cuando decidí contarle una historia que él confesó no conocer, la cual terminé con la lectura de este pronunciamiento de la Sala Constitucional de 1997:
“¿De qué sirven todos los demás derechos y garantías, las instituciones y sus programas, las ventajas y beneficios de nuestro sistema de libertades, si una sola persona no puede contar con que tiene asegurado el derecho a la vida y a la salud? De todos modos, si lo que precisa es poner el problema en la fría dimensión financiera, estima la Sala que no sería menos atinado preguntarnos por los muchos millones de colones que se pierden por el hecho de que los enfermos no puedan tener la posibilidad de reincorporarse a la fuerza laboral y producir su parte, por pequeña que sea, de la riqueza nacional. Si contabilizamos este extremo, y todos aquellos que se le asocian, resulta razonable postular que pierde más el país por los costos directos e indirectos del estado de incapacidad de quien yace postrado por una enfermedad, que lo que de otro modo se invertiría dándole el tratamiento que le permitiría regresar a la vida productiva.”
Hubo unos segundos de silencio antes de que yo le preguntara: -
¿Quiere traerme su curriculum vitae?
El, visiblemente sorprendido con mi oferta, sonrió con un leve gesto de esperanza.
- Tal vez yo le pueda ayudar a encontrar trabajo.- rematé.
Al día siguiente me lo trajo.
Crucemos todos los dedos.
Persona: - mire usted, la Caja y el Ministerio de Trabajo me han rechazado mi solicitud de pensión por invalidez.
Yo: - Ha de ser porque usted puede seguir trabajando
Persona: -Es que nadie me da trabajo por mi condición, a pesar de que los tratamientos que me da la Caja me tienen muy bien.-
Fue cuando decidí contarle una historia que él confesó no conocer, la cual terminé con la lectura de este pronunciamiento de la Sala Constitucional de 1997:
“¿De qué sirven todos los demás derechos y garantías, las instituciones y sus programas, las ventajas y beneficios de nuestro sistema de libertades, si una sola persona no puede contar con que tiene asegurado el derecho a la vida y a la salud? De todos modos, si lo que precisa es poner el problema en la fría dimensión financiera, estima la Sala que no sería menos atinado preguntarnos por los muchos millones de colones que se pierden por el hecho de que los enfermos no puedan tener la posibilidad de reincorporarse a la fuerza laboral y producir su parte, por pequeña que sea, de la riqueza nacional. Si contabilizamos este extremo, y todos aquellos que se le asocian, resulta razonable postular que pierde más el país por los costos directos e indirectos del estado de incapacidad de quien yace postrado por una enfermedad, que lo que de otro modo se invertiría dándole el tratamiento que le permitiría regresar a la vida productiva.”
Hubo unos segundos de silencio antes de que yo le preguntara: -
¿Quiere traerme su curriculum vitae?
El, visiblemente sorprendido con mi oferta, sonrió con un leve gesto de esperanza.
- Tal vez yo le pueda ayudar a encontrar trabajo.- rematé.
Al día siguiente me lo trajo.
Crucemos todos los dedos.