Sobreirradiados. Segunda parte
Comité de pacientes sobreirradiados
Era necesario ir a un hospital de la CCSS para que una paciente sobreirradiada y en estado terminal firmara una autorización de traslado de la pensión hacia su hija menor de edad.
Fui acompañado de la psicóloga del Ministerio de Educación y por un abogado independiente vestido como de Saúl Méndez, con un protocolo en mano.
Con el fin de evaluar la condición mental de la paciente y sobre todo para tener claro que comprendía las consecuencias de lo que estaba por firmar, le solicité a la psicóloga que pasara a la habitación para realizar dicha evaluación. Regresó resignada diciendo que la paciente no comprendía ni reconocía nada.
El abogado independiente dijo “yo puedo” pero regresó con el mismo resultado.
Me tocaba a mi, pasé solo con el documento a firmar, tomé de la mano a la paciente y le dije “hola, soy Carlos Valerio, de la Defensoría”. De pronto, ella me respondió: “hola don Carlos”. Sorprendido le pregunté: “pero usted no reaccionó con la psicóloga ni con el abogado, ¿por qué conmigo si?”.
Esto fue lo que me respondió: “Vea licenciado, yo a esa psicóloga no la conozco y ese abogado es el de mi hermana que me quiere sacar todo antes de que yo me muera, ¡mírela!, yo me hago la loca. Yo a usted si lo conozco bien y le tengo confianza, ¿en qué le puedo servir?”.
Ella firmó el documento. No dije nada y salí resuelto del hospital. La paciente murió pocos días después.
Escuela para la vida. ¿verdad?