Tribuna del Idioma. Reflexiones domésticas
Mi hija: - Tita, en casa tenemos una serpiente-
Mi madre con cara de estupefacción: - ¿Cómo que una serpiente?
Mi hija: - Si, es doméstica-
Mi madre visiblemente alarmada nos miraba a mí y a mi esposa. De nuevo el agobio, el sudor y congoja.
-Mi amor en la casa no tenemos serpientes- repliqué
-¿Claro papito y Arbely quién es?- me respondió ella.
¡Ahh! Sirvienta habrás querido decir- desciframos todos juntos.
De serpientes a sirvientas hay muchas conquistas laborales. Sin embargo, hace varios de siglos en Europa hubo casos en los que alguien pudo afirmar de la poca diferencia entre una serpiente venenosa y una sirvienta.
Era los siglos XVI al XX, asesinatos de amos en manos de ellas de forma cruel y despiadada como los casos de Pilar Prades, la envenenadora de Valencia que se apoderaba de las riquezas de sus amos y Cecilia Aznar, que le planchó el cráneo a su amo mientras dormía, inventando el cuento de que intentó abusar de ella.
En su mayoría, los casos de Marina, Higinia Balaguer, Vicenta Sobrino,y otros terribles crímenes de patrones fueran perpetrados por sirvientas como reacción al maltrato explotación, abuso y desprecio social que sufrían o como resultado del equivocado modelo de las organizaciones religiosas que reclutaban mujeres pecadoras, delincuentes o pobres y abandonadas para ser entregadas a familias poderosas para expiar sus pecados y delitos. En casi todos los casos que se registran en la historia europea, las condenas a estas mujeres fueron crueles, desproporcionadas y públicas.
Hoy, de estas colaboradas o servidoras domésticas se habla poco en las redes sociales, pero creo que todos coincidirán commigo acerca del importante papel social que juegan junto con nosotros como trabajadoras tan solo por confiar en ellas nuestras casas y familia.