Notre Dame
Los templos nunca me han desvelado. No obstante, en viajes al exterior, confieso haber recorrido El Vaticano y regocijarse con la Sixtina y San Pablo y hasta acariciar el desgastado pie de San Pedro. Tampoco podía perderme la Catedral Metropolitana Nossa Senhora Aparecida en Brasilia, magnífica obra de Oscar Niemeyer y hasta haber asistido a una misa ortodoxa en Helsinki. También he pisado en Lima el templo donde yacen las reliquias de San Martín de Porres y Santa Rosa de Lima. Y a La Sagrada Familia de Antoni Gaudí en Barcelona la he visto crecer en 20 años.
Prefiero los museos y estaciones de trenes. En Madrid siempre que puedo me escapo Al Prado y al Reina Sofía. En París, el Musée d'Orsayes es simplemente espectacular. Mis visitas a los museos de antropología de México y São Paulo recuerdan lo rica que es nuestra historia latinoamericana y su aporte a la humanidad.
En cuanto a los trenes, la majestuosidad de Grand Station de Manhattan, Union Station de Washington y Atocha en Madrid me provocan viajar en el tiempo. Mención especial merece la Estación Central de São Paulo, la belleza arquitectónica que guarda es digna de disfrutar.
Fue con mi familia, hace poco, y por petición de mi esposa que acepté ingresar a la Catedral de Granada en España,ahí estuvimos al pie del sepulcro de Los Reyes Católicos.
Había rodeado a Notre Dame antes en anteriores periplos pero esta vez mi esposa de nuevo insistió en ingresar y como era natural accedí. Allí mi hija prendió algunas candelas, mientas nosotros disfrutábamos las obras y reliquias de su interior. La emoción del público era ensordecedora. Nos callaron a todos. En particular, un tallado en madera de un Via Crusis llamó profundamente nuestra atención.
No está claro aún si en verdad Hitler pidió que toda Paris y en particular Notre Dame ardieran en cenizas, así como que el nazi Dietrich Von Choltitz fuera su salvador. Lo que si es cierto es que la Catedral ardió.
Me enteré por las redes sociales que el fuego la consumía. Mi hija y yo almorzábamos ese día y mi esposa llamó por teléfono para darme la noticia. Tenía la televisión apagada. Estaba disfrutando de la compañía de mi pequeña adorada.
-¿Qué pasó Valerio? - me preguntó
Mi respuesta vino seguida de su solicitud de poner de inmediato el canal de noticias.
De seguido, escribí a un par de buenos amigos franceses en Paris. Afortunadamente nadie murió.
Notre Dame es una obra palimpsesta. Es posible que este icónico templo, quizá la más laica de la historia con sus episodios políticos con Bonaparte y de Charles de Gaulle, una de las más importantes obras de la cultura universal, vuelva a ser la misma.
Para su reconstrucción, tuvo la fortuna de contar con el apoyo del poder católico, el sentimiento popular del mundo entero, una ciudad icónica repleta de historia y de un puñado de ricos como François-Henri Pinault y su afamada esposa Salma Hayek dispuestos a seguir escribiendo su tradición.
De tantas congojas mundiales, la de Notre Dame sin una sola víctima humana, acaso tendrá el record mundial de no haberse extinguido su última llama cuando ya casi estaba reunido el capital para su reconstrucción; al mismo tiempo que ardía la mezquita Al-Aqsa en Jerusalén y de la cual ningún medio de prensa le dedicó un minuto de su agonía.
Prefiero los museos y estaciones de trenes. En Madrid siempre que puedo me escapo Al Prado y al Reina Sofía. En París, el Musée d'Orsayes es simplemente espectacular. Mis visitas a los museos de antropología de México y São Paulo recuerdan lo rica que es nuestra historia latinoamericana y su aporte a la humanidad.
En cuanto a los trenes, la majestuosidad de Grand Station de Manhattan, Union Station de Washington y Atocha en Madrid me provocan viajar en el tiempo. Mención especial merece la Estación Central de São Paulo, la belleza arquitectónica que guarda es digna de disfrutar.
Fue con mi familia, hace poco, y por petición de mi esposa que acepté ingresar a la Catedral de Granada en España,ahí estuvimos al pie del sepulcro de Los Reyes Católicos.
Había rodeado a Notre Dame antes en anteriores periplos pero esta vez mi esposa de nuevo insistió en ingresar y como era natural accedí. Allí mi hija prendió algunas candelas, mientas nosotros disfrutábamos las obras y reliquias de su interior. La emoción del público era ensordecedora. Nos callaron a todos. En particular, un tallado en madera de un Via Crusis llamó profundamente nuestra atención.
No está claro aún si en verdad Hitler pidió que toda Paris y en particular Notre Dame ardieran en cenizas, así como que el nazi Dietrich Von Choltitz fuera su salvador. Lo que si es cierto es que la Catedral ardió.
Me enteré por las redes sociales que el fuego la consumía. Mi hija y yo almorzábamos ese día y mi esposa llamó por teléfono para darme la noticia. Tenía la televisión apagada. Estaba disfrutando de la compañía de mi pequeña adorada.
-¿Qué pasó Valerio? - me preguntó
Mi respuesta vino seguida de su solicitud de poner de inmediato el canal de noticias.
De seguido, escribí a un par de buenos amigos franceses en Paris. Afortunadamente nadie murió.
Notre Dame es una obra palimpsesta. Es posible que este icónico templo, quizá la más laica de la historia con sus episodios políticos con Bonaparte y de Charles de Gaulle, una de las más importantes obras de la cultura universal, vuelva a ser la misma.
Para su reconstrucción, tuvo la fortuna de contar con el apoyo del poder católico, el sentimiento popular del mundo entero, una ciudad icónica repleta de historia y de un puñado de ricos como François-Henri Pinault y su afamada esposa Salma Hayek dispuestos a seguir escribiendo su tradición.
De tantas congojas mundiales, la de Notre Dame sin una sola víctima humana, acaso tendrá el record mundial de no haberse extinguido su última llama cuando ya casi estaba reunido el capital para su reconstrucción; al mismo tiempo que ardía la mezquita Al-Aqsa en Jerusalén y de la cual ningún medio de prensa le dedicó un minuto de su agonía.