La piedra, la niña y la bruja
Asqueada de humillantes agresiones, la niña de piel oscura de Aserrí se ocultó de sus agresores debajo de un blanco talco para no ser más víctima de burla y risotada. Todo ante la impunidad del sistema.
Zarate, la bruja de origen indígena, de piel oscura por razón, lo observó todo desde la gran piedra.
Resurgiendo de su escondite, como ya lo había hecho con el conquistador español al cual transformó en pavorreal, preparó el peor de sus embrujos.
Fue la Tulevieja quien la detuvo.- ¡Alto bruja ¡ dales una oportunidad. Las leyes humanas, frágiles, como ellos mismos se harán cargo del caso.- Dijo la bruja.
-¿Y si no?- replicó Zárate. -Los conozco bien, son capaces de perdonar al peor de los ladrones, al más carnal de los violadores y al más tramposo de sus líderes.-
-Entonces, mantén listo el maleficio. No te detendré otra vez-. Acabó la Tulevieja.
Si se repite el ataque, el conjuro consiste en convertir a la escuela entera en un hormiguero y a su directora en un feroz león. En cuanto a los agresores, el brebaje contiene una mágica poción para transformarlos a todos en venaditos.