Atractivo, carisma y magnetismo
Mi abuela, la Niña Carmen Rojas de la Escuela Joaquín García Monge, fue de aquellas personas que quisieron tener a John F. Kennedy de cerquita cuando vino a Costa Rica en 1963.
Se puso sus mejores galas, sus más brillantes zapatos, su más elegante cartera y se fue para San José.
De pronto en media calle, se armó un tumulto que expulsó a mi abuela hacia afuera del gentío, lo que provocó que ella terminara dando tumbos de un lado a otro.
Ella, que en su vida se tomaba un trago, en medio del vértigo y el zigzagueo, entre risa y tristeza escuchó a alguien por ahí decir:
!Vean, hasta los borrachos vienen a ver a Kennedy!