Desquite
Manantial de vida, el agua es nuestro primer domicilio mientras damos tiempo a nacer.
Hasta el agua se va de huelga. No hay decreto presidencial que lo prohíba. Tiene derecho después de todo. Cuando ello ocurre, todo se detiene, se torna árido, enfermizo y moribundo.
Es cuando el ínfimo y frágil ser humano se tira a las calles para implorarle a Dios que restituya el agua.
En seguida, de pronto como perdiendo la razón el agua enfurece, lanza rayos y centellas, lapida con hielo y se confabula con el aire, para arrojar huracanados y mortíferos soplidos.
Es cuando el ínfimo y frágil ser humano se refugia donde mejor puede para implorarle a Dios que detenga el castigo.
No es por aborrecimiento, por castigo divino, odio o malignidad, es el planeta Tierra desquitándose por lo que hacemos de él.