At a glance
Una tarde de estas mi hija y yo, de camino a casa, estando justo en frente de una señal de alto nos golpeó por detrás otro vehículo. Luego de verificar que mi hija estaba bien, bajé de mi carro. El conductor de atrás no tuvo más remedio que imitarme.
El “bumper “ de mi auto estaba visiblemente dañado y arrugué mi cara con solo pensar en el periplo burocrático que me espera desde el INS, el oficial de tránsito, el juzgado, la anotación registral, entre otros infortunios que me quitarían tiempo valioso.
¿Cómo hacemos? le pregunté al extraño.
-Si usted tiene su taller yo me encargo de todo- me respondió entregándome una tarjeta de presentación.
De un vistazo le dijo que si. Confié en él sin pensar y al mejor estilo de Malcolm Gladwell en su libro Blink, tomé su tarjeta, le dije quién soy y dónde trabajo y sin más me introduje de vuelta en mi carro para proseguir el camino. Más tarde, mi hija, mi esposa y mi mecánico se tiraban del pelo por lo que hice, pero también confiaron en mi.
Me adelanto a las críticas para confesar que ayer esta alma desconocida con la cual tropecé realizó el pago íntegro de los arreglos de mi vehículo.
Dice Adela Cortina en su libro ¿Para qué sirve realmente la Etica? que es sencillamente la confianza lo que hace todo más barato. La Etica abarata los costos y ahorra sufrimientos y que jugando a la transparencia y la confianza nos ahorramos mucho dolor.
Júzguenme cómo quieran, pero en un instante, sin conocer a este tipo, yo confié plenamente en él y no me equivoqué. El, por su parte, eligió la ética en lugar de las implicaciones legales y burocráticas en las que nos hubiera colocado la situación en la que por desgracia nos vimos involucrados.
El “bumper “ de mi auto estaba visiblemente dañado y arrugué mi cara con solo pensar en el periplo burocrático que me espera desde el INS, el oficial de tránsito, el juzgado, la anotación registral, entre otros infortunios que me quitarían tiempo valioso.
¿Cómo hacemos? le pregunté al extraño.
-Si usted tiene su taller yo me encargo de todo- me respondió entregándome una tarjeta de presentación.
De un vistazo le dijo que si. Confié en él sin pensar y al mejor estilo de Malcolm Gladwell en su libro Blink, tomé su tarjeta, le dije quién soy y dónde trabajo y sin más me introduje de vuelta en mi carro para proseguir el camino. Más tarde, mi hija, mi esposa y mi mecánico se tiraban del pelo por lo que hice, pero también confiaron en mi.
Me adelanto a las críticas para confesar que ayer esta alma desconocida con la cual tropecé realizó el pago íntegro de los arreglos de mi vehículo.
Dice Adela Cortina en su libro ¿Para qué sirve realmente la Etica? que es sencillamente la confianza lo que hace todo más barato. La Etica abarata los costos y ahorra sufrimientos y que jugando a la transparencia y la confianza nos ahorramos mucho dolor.
Júzguenme cómo quieran, pero en un instante, sin conocer a este tipo, yo confié plenamente en él y no me equivoqué. El, por su parte, eligió la ética en lugar de las implicaciones legales y burocráticas en las que nos hubiera colocado la situación en la que por desgracia nos vimos involucrados.